Perú ha sido una sorpresa para muchos en términos de la velocidad de su crecimiento en
materias logísticas portuarias, pasando de ser un país casi monoportuario
(solo Callao movilizaba el 85% de la carga del país) a diseñar e ir implementando un moderno sistema logístico nacional siguiendo modelos de Hub y Spoke, descentralizando su carga y descarga de Lima y extendiéndola por el territorio con el fin de hacer frente a los nuevos requerimientos del diseño logístico global.
El ex presidente del Perú, Alan García, en su último periodo, lanzó la idea de hacer de Perú
el centro portuario de la Costa Occidental de América del Sur y aunque en varios países
vecinos no tuvo mayor importancia su anuncio, con sorpresa comenzó a observarse como
las empresas más grandes e importantes del rubro si se interesaron con ello.
APM Terminal de Maerk, DP World, Hutchison, TIL de MSC y Cosco Shipping Ports aparecieron haciendo importantes ofertas a las concesiones que el Estado peruano lanzaba de sus terminales principales y apostando importantes sumas de inversiones, que en los menos interiorizados en la industria naviera mundial produjo mucha sorpresa, pues el país del Rimac no es precisamente una nación que de políticamente confianza a grandes
inversores…a no ser que el riesgo valga la pena.
El país se ordenó institucionalmente para ello, creo una Agencia Nacional Portuaria que
diseñó un sistema logístico marítimo y fluvial nacional, coordinó a todos los actores que
participaban en ello y creó leyes que normaran su funcionamiento. Tras eso empezaron a
llegar los inversionistas, todos de fuera del país y los más grandes del mundo,
principalmente interesados en las características geográficas del Perú y su interés en la
logística. Pero así como llegaron los inversionista llegó la corrupción y de a poco empezó a
afectar a los trabajadores.
A pesar de mostrar una aparente preocupación por dar estabilidad al trabajador portuario,
generando leyes e una institucionalidad que de estabilidad social, al poco andar las
presiones de los grandes consorcios portuarios-navieros se dejaron notar sobre los
trabajadores. Los gigantescos montos de dinero que entraron al Estado, las negociaciones
con entes gubernamentales generaron un perverso vínculo entre política y dinero y por lo
mismo a estas empresas les ha sido relativamente fácil burlar la ley comprometiendo la
prometida estabilidad social de los trabajadores portuarios.
Entre lo que no se cumple son los registros de trabajadores portuarios y las exigencias de
ingreso, como son los cursos y la experiencia de 2 años previos.
Con eso han podido, las empresas, controlar los legítimos deseos de mejores ingresos de los trabajadores y superiores condiciones laborales. Más aún, el cambio de estructura institucional de los puertos del Perú generó que muchos de los antiguos trabajadores se retiraran, acogiéndose a un sistema de pensiones de retiro debido a las licitaciones y modificaciones de la industria lo que provocó que muchos antiguos sindicatos se acabarán, pero a su vez una serie de sindicatos nuevos aparecieran, con menos experiencia y camino. La atomización sindical, la falta de experiencia pasaron la cuenta y el movimiento sindical portuario peruano se estancó y retrocedió perdiendo intensidad y triunfos.
Es ahora cuando se inicia un nuevo proceso, uno que busca unificar fuerzas, que vislumbra
que conseguir defender y ganar legitimas demandas no se conseguirán de forma solitaria.
Que es necesario conseguir lograr equilibrios de poder con las empresas y estos grandes
“monstruos” corporativos de nivel global. Que es imposible poder imponer nuestra voz
hablando sólo o incluso unidos en un solo país. Es el momento de hacer lo mismo que el
capital realiza, unirse globalmente, en zonas continentales.
Por ahora, los trabajadores portuarios del Perú, iniciaron el proceso de unificación
reuniéndose el 11 y 12 con representantes de la IDC de Chile, Argentina, Brasil y España,
contando con la presencia del Encargado de Asuntos Internacionales de la IDC el catalán
Jordi Aragunde y del Encargado para Latinoamérica el chileno Cesar Luna.
La conclusión fue el iniciar el desarrollo de una Federación del Perú de Trabajadores Portuarios y realizar convenios más equilibrados en poder con las empresas y poder concluir en negociaciones ramales nacionales. Por su parte el continente, en sus costas atlántica y pacífica, procurara generar formas de coordinación que permitan equiparar fuerzas con los enormes y poderosos consorcios transnacionales que se apoderan de las rutas navieras y los puertos del mundo, y así poder devolver la estabilidad social a los puertos del orbe.
materias logísticas portuarias, pasando de ser un país casi monoportuario
(solo Callao movilizaba el 85% de la carga del país) a diseñar e ir implementando un moderno sistema logístico nacional siguiendo modelos de Hub y Spoke, descentralizando su carga y descarga de Lima y extendiéndola por el territorio con el fin de hacer frente a los nuevos requerimientos del diseño logístico global.
El ex presidente del Perú, Alan García, en su último periodo, lanzó la idea de hacer de Perú
el centro portuario de la Costa Occidental de América del Sur y aunque en varios países
vecinos no tuvo mayor importancia su anuncio, con sorpresa comenzó a observarse como
las empresas más grandes e importantes del rubro si se interesaron con ello.
APM Terminal de Maerk, DP World, Hutchison, TIL de MSC y Cosco Shipping Ports aparecieron haciendo importantes ofertas a las concesiones que el Estado peruano lanzaba de sus terminales principales y apostando importantes sumas de inversiones, que en los menos interiorizados en la industria naviera mundial produjo mucha sorpresa, pues el país del Rimac no es precisamente una nación que de políticamente confianza a grandes
inversores…a no ser que el riesgo valga la pena.
El país se ordenó institucionalmente para ello, creo una Agencia Nacional Portuaria que
diseñó un sistema logístico marítimo y fluvial nacional, coordinó a todos los actores que
participaban en ello y creó leyes que normaran su funcionamiento. Tras eso empezaron a
llegar los inversionistas, todos de fuera del país y los más grandes del mundo,
principalmente interesados en las características geográficas del Perú y su interés en la
logística. Pero así como llegaron los inversionista llegó la corrupción y de a poco empezó a
afectar a los trabajadores.
A pesar de mostrar una aparente preocupación por dar estabilidad al trabajador portuario,
generando leyes e una institucionalidad que de estabilidad social, al poco andar las
presiones de los grandes consorcios portuarios-navieros se dejaron notar sobre los
trabajadores. Los gigantescos montos de dinero que entraron al Estado, las negociaciones
con entes gubernamentales generaron un perverso vínculo entre política y dinero y por lo
mismo a estas empresas les ha sido relativamente fácil burlar la ley comprometiendo la
prometida estabilidad social de los trabajadores portuarios.
Entre lo que no se cumple son los registros de trabajadores portuarios y las exigencias de
ingreso, como son los cursos y la experiencia de 2 años previos.
Con eso han podido, las empresas, controlar los legítimos deseos de mejores ingresos de los trabajadores y superiores condiciones laborales. Más aún, el cambio de estructura institucional de los puertos del Perú generó que muchos de los antiguos trabajadores se retiraran, acogiéndose a un sistema de pensiones de retiro debido a las licitaciones y modificaciones de la industria lo que provocó que muchos antiguos sindicatos se acabarán, pero a su vez una serie de sindicatos nuevos aparecieran, con menos experiencia y camino. La atomización sindical, la falta de experiencia pasaron la cuenta y el movimiento sindical portuario peruano se estancó y retrocedió perdiendo intensidad y triunfos.
Es ahora cuando se inicia un nuevo proceso, uno que busca unificar fuerzas, que vislumbra
que conseguir defender y ganar legitimas demandas no se conseguirán de forma solitaria.
Que es necesario conseguir lograr equilibrios de poder con las empresas y estos grandes
“monstruos” corporativos de nivel global. Que es imposible poder imponer nuestra voz
hablando sólo o incluso unidos en un solo país. Es el momento de hacer lo mismo que el
capital realiza, unirse globalmente, en zonas continentales.
Por ahora, los trabajadores portuarios del Perú, iniciaron el proceso de unificación
reuniéndose el 11 y 12 con representantes de la IDC de Chile, Argentina, Brasil y España,
contando con la presencia del Encargado de Asuntos Internacionales de la IDC el catalán
Jordi Aragunde y del Encargado para Latinoamérica el chileno Cesar Luna.
La conclusión fue el iniciar el desarrollo de una Federación del Perú de Trabajadores Portuarios y realizar convenios más equilibrados en poder con las empresas y poder concluir en negociaciones ramales nacionales. Por su parte el continente, en sus costas atlántica y pacífica, procurara generar formas de coordinación que permitan equiparar fuerzas con los enormes y poderosos consorcios transnacionales que se apoderan de las rutas navieras y los puertos del mundo, y así poder devolver la estabilidad social a los puertos del orbe.
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